No bajo muy a menudo a Londres, presumo de mi aire
provinciano y reniego de grandes ciudades, aún y así esta última semana ha
servido para reconciliarme con la ciudad y es que la vida cultural en la ciudad
es vibrante. Si el lunes nos acercamos al Wonderground festival, al lado del
Tamesis, un lugar super bien ambientado y con una energia peculiar, lástima que
aunque tenga mucho encanto la acústica no sea demasiado buena, escuchar los
trenes y metros pasar junto con tráfico cerca no es de lo más acústico, pero
ahi descubrimos a Camille O’Sullivan, decir que estoy totalmente impresionado
como una mujer con no demasiada voz y con unas canciones un tanto sosainas y no
de muy mi estilo puede llegar a conectar tanto con el público, escuchar sus
canciones tal vez no sea nada del otro mundo pero verla en directo es todo un
espectaculo. El martes sirvio para
conocer uno de los restaurantes indios más frecuentados en East London. El
miercoles acudimos a una sesión interesante acerca de inmigración ilegal que
forma parte de este festival llamado Transeuropa en el que descubrimos como es
comer totalmente a oscuras en el Dans le noir y el jueves comimos a más no
reventar en un restaurante para carnívoros y nos pusimos las botas a mojitos a2.50 pounds para que luego digan que Londres es caro. Eso si, veo imposible
vivir en una gran ciudad, too many people y too many loneliness.
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