No soy de vicios; No fumo, bebo lo
justo y no me he enganchado ni a Lost, ni a Breaking Bad, y aunque lo
han intentado, me queda muy lejos la dosis semanal de Juego de
Tronos. Aún y así Jordi Sierra y Fabra me ha creado una adicción,
tal como si la siguiente dosis de nicotina o chute fuera necesaria,
es como acabo cuando termino alguna edición del Inspector Mascarell.
No sé cuántos libros tiene pensado escribir de la serie y no creo
que lo tenga claro ni él, pero ha conseguido engancharme, lo que se
dice engancharme. Es la perfecta lectura para vacaciones, con
personajes totalmente entrañables y con las dosis justas de
suspense. Esta serie de libros narrada a cuestión de días se
completa con este “Nueve días de Abril”, si la trama anterior
tenía a los nazis de trasfondo, esta vez se trata de un juego de
espías entre americanos y comunistas rusos, pero sin perder el toque
de muy de aquí, muy “de estar por casa” como se diría por
Catalunya. Si bien decir que finalmente se le ve un poco el plumero
políticamente, cosa que hasta ahora había resistido objetivamente,
ahora un poco de obcecación en el rollo de los que perdieron la
guerra, pero tan solo el trasfondo. En esta serie el Inspector ya
esta alanzando los 70 años, pero bien espero que continúe vivo
muchos más y jugando a sus juegos de detectives como a él le gusta.
El trasfondo pos-guerra en una Barcelona gris queda perfectamente
reflejado en toda la serie de libros. Y que decir más, que en cuanto
salga el próximo (si existe) me lo compro.